Migraciones

La migración de peces es uno de los fenómenos más espectaculares de la naturaleza. Al menos un centenar de especies de peces migratorios se conocen en Bolivia. Entre los grandes bagres amazónicos que realizan recorridos impresionantes de más de 5 000 km, el sábalo que migra en grupos masivos o el minúsculo chipichipi, afrontando la corriente de las aguas, no faltan historias de peces viajeros.

Los peces migran por diferentes razones. Algunos migran para alimentarse en lugares donde hay abundancia temporal de su presa o su comida favorita. Un caso muy interesante es el pacú (tambaquí en Brasil, nombre científico Colossoma macropomum) que entra a los bosques inundados en época de lluvias para comer las frutas maduras de los árboles que caen al agua.

Las migraciones más espectaculares son las que algunas especies realizan para reproducirse. Aquí el caso por excelencia es el dorado (nombre científico Brachyplatystoma rousseauxii), una especie de “pez gato”, que pertenece al grupo de los “bagres”. Este pez, después de nacer, se mueve 4 000 km río abajo para alimentarse en la boca del río Amazonas en Brasil. Luego de dos años inicia el retorno, migrando 4 000 km río arriba hasta llegar al lugar donde nació. Los últimos 200 km nadan en pareja, muy cerca a la superficie del agua, hasta llegar a la confluencia de ríos donde hay mucha turbulencia del agua en época de lluvia, para allí reproducirse. El dorado, después del pacú, quizá sea la especie de pez más estudiada en los últimos años y su ruta de migración ha sido mapeada en varias publicaciones.

No todos los peces migratorios son tan grandes como el pacú y el dorado.  Hay especies de tamaño intermedio, como el sábalo.

Pero también algunos peces minúsculos realizan migraciones. Hay el caso espectacular del chipichipi, un Trichomycterus, conocido por sus migraciones contra corriente.

“Contra la corriente”, hacia las cabeceras de los ríos … así migran el dorado, el chipichipi, y numerosas otras especies. Se podría preguntar el por qué de realizar tanto esfuerzo y gastar tanta energía. La respuesta es simple: es la misma corriente que después llevará a los huevos y larvas, que nacerán en las cabeceras, a las zonas donde hay más comida para ellos: río abajo.