En Bolivia, los peces migratorios representan una importante fuente para la alimentación humana, contribuyendo a la seguridad alimentaria y a las economías locales y nacional.
Más del 70% del pescado amazónico que es capturado y comercializado en los mercados es migratorio. Son especies como el surubí, pacú y yatorana. La pesca artesanal de estas especies genera empleos e ingresos económicos para miles de familias. Alrededor de 50 000 personas trabajan en la cadena del pescado, entre los pescadores, comerciantes y restaurantes.
Este dato muestra el enorme rol que juegan estos peces para la seguridad alimentaria, no solo de los pueblos que viven en las orillas de los ríos, sino de los pobladores urbanos.
Los peces migratorios representan un componente significativo de la biodiversidad acuática. En términos de “peso” son todavía más importantes, porque da el caso que las especies migratorias son generalmente grandes y conspicuos. Pueden llegar fácilmente a los 15 años como el dorado o a los 60 años como el pacú y superar los 25 kg.