Bolivia es uno de los países con mayor diversidad de peces. Con una riqueza de casi 1000 especies diferentes, alberga más del 6 % de todas las especies de agua dulce descritas en el mundo.
Los peces migratorios representan un componente significativo de la biodiversidad acuática. Aproximadamente 10% de las especies conocidas en Bolivia son migratorias (ver libro los peces y delfines de la Amazonía boliviana). Pertenecen a dos grandes grupos: por una parte, los “peces gatos” (Orden Siluriformes) y, por otra, los “carácidos” (Orden Characiformes). Los “peces gatos” tienen preferencia por ríos, aunque hay excepciones. Les gusta nadar contra la corriente, con sus bigotes largos localizan fácilmente sus presas (peces pequeños) en la oscuridad del fondo de los ríos, y realizan viajes largos para poder reproducirse. Por otro lado, los “carácidos” tienden a vivir más en el interface, entre río, laguna y bosque inundado. Muchos de ellos dependen de los frutos del bosque, o consumen el detritus que se acumula en el fondo de las lagunas o zonas inundadas.
El rol ecológico de los peces migratorios es incuestionable. Los pacús, tambaquis, yatoranas, pacupebas, que son frutívoros, comiendo una diversidad de frutas en los bosques inundadas, son esenciales para la dispersión de semillas de árboles frutales. Los dorados, surubís, pintados, que son carnívoros, consumen peces más pequeños y mantienen el equilibrio de la cadenas alimenticias.
Generalmente, se puede decir que una de las funciones más importantes de los peces migratorios es de transportar los nutrientes de un lugar a otro. Son partes esenciales de la dinámica de la Amazonía.
Muchos de los peces migratorios son grandes, y de allí su importancia en la pesca comercial: muchos de ellos son blanco para los pescadores, que proveen las proteínas tan importantes para la seguridad alimentaria de los pueblos ribereños y de las poblaciones urbanas. La pesca puede desarrollarse sin afectar negativamente a las especies, si se aplica criterios de manejo sostenible. Sin embargo, en caso de sobrepesca, las especies migratorias pueden llegar a la “extinción comercial” (es decir, ya no es económicamente viable de pescarlas) o a la “extinción (local) de la especie”.
Las dos especies de peces entre las más amenazadas en Bolivia, incluidas en el último Libro Rojo son ambas migratorias: el pacú y el dorado. Ambas fueron categorizadas como “vulnerable a la extinción”.